martes, 7 de abril de 2015

La gata dentro del sobre


         Cuando abrí la carta nunca pensé encontrarme con ella. Tan limpia, blanca y naranja. Es cierto que el sobre era distinto, como los de antes. Blanco y con la letra cursiva de una tía abuela lejana. Lo abrí con curiosidad y primero apareció una nariz rosa, del sustó se me cayó sobre la alfombra. Desde arriba vi como salía su cabeza, primero dos patitas blancas, una mancha naranja en el lomo continuando con su patas traseras también cubiertas de naranja. Olío un poco el aire y me miró con sus ojos amarillos.
         Es cierto que me había sentido sola últimamente y recordaba el frondoso pelaje de los animales de la infancia, su cariño y amistad. Quizás viniera de visita desde Córdoba y debiera hospedarla un tiempo. Dejé que se paseara por el departameno y oliera a su gusto. Levanté el sobre y vi que contenía un papel doblado a la mitad. Efectivamente era de la Tía Rosita que me había escuchado entre sueños; decía que me mandaba esa gata para que me acompañara y oliera el río en su pelaja. Que no pensara que era egoísta privarla de la sierra cordobesa ya que cada vez que ella quisiera podría volver. 
        Me daba la siguiente indicación: "para que la gata pueda ir y venir a su antojo de la ciudad, tenés que pegar el sobre en la esquina derecha de tu habitación, ponele al lado la planta que te regalé el verano pasado. Con mucho amor, la Tía Rosita".
        Y así está hoy la gata que salió del sobre:   


Pd: estoy cursando una materia que se llama Taller de producción y análisis de texto. Nos dieron para leer un libro que se llama Gramática de la Fantasía (Introducción al arte de inventar historias)  de Gianni Rodari. Me resulta muy interesante y decidí probar una de las consignas que menciona para que los niños inventen cuentos. Así que lo que escribí arriba es un juego, es intentar, probar y ver qué sale de mi fantasía.

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