jueves, 13 de agosto de 2015

La estrella fugaz

 Les dejo otro de mis cuentos, ojalá les guste.


La estrella fugaz

                   Camila se despertó en medio de la noche. Quería ir a ver las estrellas. Se levantó lentamente de la cama haciendo el menor ruido posible. Salió por la puerta de atrás de la casa mientras sus padres dormían. Hacía mucho calor ya que era Enero en la provincia de Buenos Aires.
                    Al caminar sentía el roce de la tierra en sus pies desnudos. Quería ver brillar los bichitos de luz y mirar a los búhos. Estaba segura que esa noche habría una lluvia de estrellas fugaces. Se lo había contado un pajarito azul al que se había acercado esa tarde. También le había dicho que debía adentrarse en el bosque y llegar al claro central. Sólo desde allí el deseo que pidiera se haría realidad.
                Cuando llegó al linde del bosque se quedó parada mirando, tratando de ver  a través de la espesura de los árboles. Finalmente se animó a dar el primer paso. Camino y cuando sintió la presencia de alguien más vio que un búho la miraba desde una rama. Seguía volando cada paso que ella daba. Divisó el claro y se sentó en una piedra. No tenía miedo sabía que esa noche era mágica.
Camila deseaba tener una hermana gemela. Creía que otra persona igual a ella sería la única que la entendería y así dejaría de sentirse sola. Su hermano ya no jugaba con ella como antes y su hermana, no lo solía hacer.  Miraba el cielo casi sin pestañear. De repente la vió: una estrella fugaz y deseó: “quiero tener una hermana gemela”. La estrella en vez de alejarse se acercó más y más a ella. Hasta caer a su lado.
De esa piedra dorada empezó a  salir una cabeza, seguida por el cuello y los hombros hasta aparecer una figura dorada completa. Era más alta que ella, la cara era parecida y llevaba el pelo corto y suelto. Le dijo: “no te sientas sola, estoy siempre con vos. Por eso hoy no sentiste miedo al recorrer el bosque de noche. Mi nombre es Intuición. Escuchame siempre, soy la voz  que te protege y te guía”.
                Le dio una piedrecita dorada y le dijo que cada vez que tuviera miedo, se sintiera sola, angustiada o triste, tocara la piedra, imaginara su cara y encontraría su ayuda y contención. Le dio un abrazo y sintió como se fundían juntas.
                Cuando Camila abrió los ojos despertó en su cama. Estaba segura que no había sido un sueño, que Intuición era real. Empezó a buscar la piedrita dorada y finalmente la encontró debajo de su almohada.  FIN


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