viernes, 4 de marzo de 2016

Regalo de Viernes

Esta semana fue díficil laboralmente. Tengo mucho trabajo y manejo grandes cuotas de estrés, no sólo mi cuota, si no también la de mi jefe. La atmósfera de la oficina se volvió más intensa y activa, la atmósfera que al parecer traen los líderes. En mi edificio (que tiene 10 pisos y 5 subsuelos) echaron a muchos trabajadores así que el aire que se respira está teñido de miedo y chismes.

Desde que tengo nuevo jefe lloro en todas las sesiones de terapia y a veces, me escondo con mis lágrimas en el baño de la oficina. Ayer mi jefe salió a pedirme café y me tuve que dar vuelta, mostrándole mi cara roja, compunjida y mojada. Entre bocanadas de aire le dije "estoy haciendo mi mejor esfuerzo" y él pudo sentir empatía (ablandarse, hasta desde mí punto de vista se achicó unos centimetros de alto) y pedirme perdón por descargarse conmigo. 

Hoy empecé a hablar de un tema de trabajo (lo más rápido posible porque al parecer hablo lento para el nivel de inteligencia de otras personas) y él me tranquilizó a mí. Gracias a eso logré relajarme, sentí que mi hombro izquierdo (que está más alto que el derecho y acumula cierta tensión) se había ablandado. 

Soy de esas personas esponjosas que sin darse cuenta absorven cuanto hay a su alrededor y se hacen cargo de todo por querer resolver y ser eficientes en el trabajo.

Cuando escribo acá me gusta pensar que los lectores se identifican con mis palabras en alguna medida, que les regalo algún tipo de sostén o contensión. Sí, sueño a lo grande. Amo al Universo y mi deseo es la paz mundial. Tengo que entender que si hay día habrá noche, si hay paz habrá conflicto, si hay inspiración habrá exhalación. La dualidad es parte del Cosmos.

¡Feliz Viernes!


 











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